" ¿ Quiénes son estos bellacos, majaderos y pícaros para cargar a la Virgen ? "
Ésta tuvo que ser la pregunta que
se hicieron, en 1587, hace hoy 430 años, los regidores Cristóbal Trujillo de la
Coba y Gaspar Yanes Delgado, -quienes en calidad de diputados de fiestas, habían acudido
a Candelaria a la celebración de la “Purificación de la Virgen” (el 2 de
febrero)-, cuando vieron que la imagen de la Virgen era cargada durante la
procesión por los Naturales. A ellos les pertenecía ese
privilegio, que habían ganado tras la conquista de la isla por concesión del propio Adelantado, según relató Alonso de Espinosa, ya que sus padres y abuelos habían sido los primeros en rendir culto a la Virgen en Tenerife, antes de que la isla fuese de cristianos.
Pero a estas autoridades no les pareció bien que la Virgen fuera llevada a la procesión cargada por gentes del pueblo, descendientes de los Naturales : “guanches de baja suerte”, como así los llamaron, al igual que “bellacos e majaderos e pícaros”. Por este motivo mantuvieron una disputa o enfrentamiento, al intentar quitarles las andas de la Virgen para cargarlas ellos. Dando lugar a que los Naturales ,que la cargaban y acompañaban, se amotinaran y la procesión fuese suspendida.
Este acontecimiento y otros que
se sucedieron en los años siguientes con las autoridades civiles y religiosas,
representadas éstas últimas por los frailes de Santo Domingo (también llamados Dominicos),
dieron lugar a un largo proceso, de más de una década, que se llamó “Pleito de los Naturales”.
Pleito, que finalmente se
resolvió a favor de los Naturales, convirtiendo de esta forma el derecho no escrito, en derecho escrito. Así, desde ese momento y hasta el día de hoy,
los “bellacos e majaderos e pícaros” no han dejado de cumplir con esa costumbre
o tradición familiar de cargar y acompañar a la Virgen durante sus procesiones.
En su momento fueron guanches, de toda la isla,
los que ganaron ese pleito y los que acudirían en lo sucesivo a cumplir con la
costumbre y la tradición de sus antepasados. Sin embargo, con el paso de los años ese
privilegio terminó recayendo , fundamentalmente, en los habitantes de las medianías de Candelaria, especialmente los asentados en los pagos de Araya, Las Cuevecitas y Malpaís y en
el último siglo principalmente en los de estos dos últimos pueblos. Pero…. ¿por
qué? .
Pues a ese hecho, sin
pretenderlo, le hemos podido dar respuesta mediante nuestra Guía Genealógica
dado que algunas familias de estos pueblos cuentan con claros indicadores de
ser descendientes de guanches al portar apellidos como Baute o Guanche, pero
en cambio otras familias, que también los son y conforman la gran mayoría,
mantenían oculta su ascendencia guanche bajo apellidos de origen castellano o
lusitano como Castro, Díaz,
Fariña, Marrero, Pérez, Rodríguez o Torres. Al igual que también lo son otras familias
como los Alonso, Bello, Casanova, Chico, Gil, Higuera, Lugo, Mallorquín, Otazo, Mesa o
Ramos por emparentamiento o consanguinidad con las anteriores. En definitiva, todos
ellos son descendientes, en mayor o menor medida, de la nueva población mestiza,
mezcla de guanches y colonos, (los Naturales), que surgió tras la conquista de la isla y que no
ha renunciado nunca de su origen e identidad guanche, lo cual les da derecho a
cargar y acompañar a la Virgen.
Un ejemplo de la reivindicación
de este origen es la familia Pérez, la cual sorprende por su manifiesto interés
en hacer patente su origen guanche durante siglos, al haber mantenido en muchos
casos hasta finales del siglo XIX y principios del XX, su apellido doble :
Perez-Bencomo como muestra de esa identidad.
Allí donde quiera que estén todos
aquellos que fomentaron y ayudaron a mantener los actos de la Procesión y la Ceremonia,
especialmente en el pasado siglo, como don Manuel Simón Alonso, don Francisco
Guanche o don Elías Castro, deberán de estar tranquilos porque sus esfuerzos
para que no se acabara con estos actos continúan hoy en día. Sus descendientes,
parientes y vecinos, la gran familia que
conformamos todos los descendientes de los “guanches de baja suerte”, nos
estamos encargando de que el legado de nuestros antepasados no se olvide o se banalice.
Aunque debemos de empezar a
diferenciar que la tradición y el derecho de cargar y acompañar a la Virgen
durante sus procesiones es una cosa y el acto de la Ceremonia es otra, ya que
son hechos y actos diferentes. Es importante tomar consciencia de que no solo somos unos actores y figurantes que vestidos con tamarcos o las zaleas de nuestros abuelos y bisabuelos participamos en un acto de entretenimiento. Somos algo más, los representantes de nuestros antepasados y de una raza. Estamos presentes ahí porque como hemos visto nos corresponde por derecho, hecho históricamente contrastado, y además, para escenificar un acontecimiento muy importante en la cristianización de Tenerife: la aparición de la Virgen a los guanches, que igualmente nos corresponde a nosotros ejecutarlo por tradición y porque somos descendientes de guanches.
Estos hechos son importantes que
los conozcamos y los demos a conocer para cuando traten de ridiculizarnos llamándonos
“ovejas”, “magos”, etc… ,o cuando al pasar oigamos “risas burlonas”, no debamos
sentir vergüenza de lo que hacemos o del orgullo y respeto que mostramos cada 14 de agosto en Candelaria hacia nuestros antepasados y nuestras raíces, y solo
podamos sentir pena por aquellas personas
que hablan o se burlan de lo que desconocen.
Bellacos, majaderos y pícaros siempre ha habido, hay y habrán, pero el paso de los siglos ha demostrado que esos calificativos no nos son aplicables a los “guanches de baja suerte”.
Ya podemos decir: ¡Sí, soy
guanche, porque por mis venas corre aún la sangre de mi raza! .