2 nov 2017




Romeo y Julieta, de Las Cuevecitas y Araya. La historia de una familia emigrada a Cuba por amor.


Hasta no hace tanto tiempo, era el padre  y, en escasas ocasiones, la madre (por ausencia justificada  del esposo debido a la emigración o por  fallecimiento de este),  quien decidía con quien se casaban, o no, sus hijos. Se encargaba para ello de buscarles un pretendiente/a “conveniente”  y esa conveniencia venía siempre establecida por “los teneres” (el patrimonio familiar de los futuros contrayentes).


Este tipo de proceder es lo que determinó un alto número de matrimonios entre parientes. Cuyo fin era el de mantener una determinada posición social privilegiada que pudiese tener esa familia, ampliar el patrimonio familiar, o evitar que las escasas tierras familiares que poseían se dividiesen.


Pero… en toda época existieron personas que se rebelaron a esta forma de proceder y una de estas situaciones nos la reveló la tradición oral, que nos hizo conocedores de que a principios de 1900 a una pareja de jóvenes enamorados (cuevicitero, él y arayera, ella) la familia  de él no le permitió u autorizó el “noviazgo”, por ser la familia de la joven de escaso patrimonio y por tanto de escasa relevancia dentro de la sociedad de estos pueblos. Esta situación determinó que la “prohibición familiar” en vez de poner fin a la relación amorosa, la afianzase más aún, y que el joven, para vivir su amor junto a su enamorada, tuvo que fugarse y emigrar a América donde había convenido reencontrarse con ella.


Pero fue a raíz de recibir los descendientes de esta familia en Cuba nuestra Guía Genealógica, cuando una de sus nietas nos remitió la historia de la vida sus abuelos. El resto de la historia de estos especiales “Romeo y Julieta de Las Cuevecitas y Araya” , un “cuento” PRECIOSO, pese a su duro final .


Historia que transcribimos a continuación y que nos hace conocedores de la realidad que vivieron muchos de nuestros parientes, que optaron por emigrar ante la falta de recursos económicos existentes en esta tierra nuestra y la gran hambruna que se padecía. La gran mayoría de nuestros paisanos que emigraron a Cuba, lo hizo para continuar trabajando en lo que sabían, cultivar la tierra, trabajos que eran fundamentalmente de carácter temporal  (por zafras) y asociados a cultivos de caña de azúcar y tabaco. 

 



Juan Marrero Rodríguez (conocido como “Hermógenes”) y Eugenia Castro Gil, son nuestros protagonistas y ejemplo de esos paisanos que emigraron a Cuba (la gran mayoría no se hicieron ricos, ni "vivieron como dioses" ), vivieron una vida errante, dura y llena de sin sabores, pero…  estos paisanos nuestros siempre tuvieron algo que los hizo superar las adversidades de la vida, “el amor del uno por el otro”.




Juan “Hermógenes” Marrero Rodríguez y Eugenia María del Socorro Castro Gil se unen en matrimonio a la edad de 18 y 19 años respectivamente, muy pronto emigraron a Venezuela donde vivieron alrededor de 1 año allí él trabajó en una finca de tabaco y tuvieron su primer hijo llamado Miguel, el cual falleció en nueve meses.

Partieron entonces para Cuba desembarcando por Caibarién y se establecieron en el lugar cercano llamado “María Luisa”, allí tuvieron seis hijos más: Juan (Cuco), Pedro (Paco), Ana Rosa, María Esther, José y Ana María (Mañe), pero tuvieron otra fatalidad de perder con pocos años de nacido a José y decidieron marcharse para el pueblo de Zulueta, allí Hermógenes trabaja como arriero pero llega una enfermedad llamada tiffu y pierden otro hijo más, Ana Rosa de 11 años de edad. Se trasladan para la zona de San Felipe cerca del central azucarero San José donde están por varios años.

En el 1940 Hermógenes y Eugenia decidieron regresar a su tierra natal pero su hijo Juan ya está casado y no está de  acuerdo,  por lo que piensan no separar su familia y quedarse para siempre en Cuba.


Pueblos de la provincia de Villa Clara en los que vivieron Hermógenes y Eugenia.

 Alrededor del año 1948 se trasladan para la zona de Sitio Potrero cerca de la ciudad de Placetas y luego se acercan a Oliver y compran una finca donde vivieron en el centro de su finca y sus cuatro hijos alrededor por varios años.

A principios de los años 1960 su hijo Juan se traslada a vivir dentro de la propia provincia pero algo distante y Hermógenes y Eugenia continúan rodeados de sus tres hijos menores, allí se reunían por las noches con sus hijos, nietos y otros vecinos para tomar el rico café cubano y jugar al dominó.

Desde muy jóvenes tuvieron el vicio de fumar tabaco o cigarro pero un día Hermógenes  torciendo un tabaco se disgustó con la materia prima y dijo no fumar más, su esposa Eugenia al verlo también prometió que nunca más fumaba y así terminó ese vicio para los dos. Allí en su finca de Oliver se dedicó a varios cultivos, pero en especial a la caña de azúcar, y alrededor de la cañada no faltaba una malanga grande muy sabrosa que él decía se llamaba Malanga  Isleña, también tenía una rica arboleda frutal y no faltaba la mata de damasco o melocotón.

En el año 1977 sus hijos deciden trasladarse para el poblado de Oliver y siendo ellos ya ancianos siguen a sus hijos, allí vuelven a vivir rodeados de sus hijos.

En el año 1980 un vecino viaja a Islas Canarias, Hermógenes le pide que investigue por su familia que hace más de 30 años que no sabe de ella y muy pronto recibe una carta de su sobrina Efigenia donde le decía “yo siempre tuve el pensamiento que un día te encontraría, por llevar yo el nombre de tu madre Efigenia”, así mantuvieron correspondencia hasta su final y muy contentos por encontrar de nuevo su familia  pues Hermógenes fue el único de su familia que vino para Cuba, lo contrario de Eugenia que vivió en Cuba con la mayor parte de su familia.

Allí en Oliver, Hermógenes y Eugenia compartían sus labores hogareñas  y los visitaban muchos familiares y vecinos pues se ganaron el respeto y cariño de todos. En el año 1984 Hermógenes enferma y no tiene cura, por coincidencia de la vida fallece el mismo día del cumpleaños de Eugenia, 7 de septiembre de 1984, eran sus 82 cumpleaños. A partir de este momento ella pierde su ilusión de vida y por mucha vigilancia que tuvo su familia el 22 de diciembre de 1984 se quitó la vida dentro de su propio hogar, para estar de nuevo junto a su esposo con quien vivió a su lado por 64 años, juntos pasaron momentos alegres, juntos atravesaron los mares, juntos pasaron el dolor de la perdida de tres hijos, juntos tuvieron siete hijos, juntos vieron crecer a 4 de sus hijos, 19 nietos y 20 bisnietos.

Eugenia fue sepultada al lado de su esposo y descansan en sueño eterno hace 33 años, uno al lado del otro, rodeados de sus tres hijos menores  en el cementerio civil de Placetas y su hijo mayor en otro cementerio cercano a ese pueblo porque a pesar de vivir distante este hijo fue preocupado por sus padres al igual que los tres restantes.

Tuvieron muchos sobrinos por parte de Eugenia pero con cariño muy especial  compartía en varias ocasiones con Aramita Alemán, Josefa Alemán y Carmen Castro.

Hoy todavía la familia de Hermógenes y Eugenia sus nietos, bisnietos y otros, visitan ese lugar sagrado depositando flores porque ellos viven y vivirán por siempre entre nosotros.
Vilma Pérez Marrero.









                  
                               
  

Un “cuento” que nos deja sin palabras, pero que es... como todos ellos, de los que se aprende mucho.

Nos hubiera gustado ilustrar este “cuento” con fotografías de los protagonistas, pero por cuestiones obvias la familia carece de ellas. En cambio, sí que contamos con la de una de sus nietas y un bisnieto.



Claribel López Marrero


Yoandy Pérez Pérez

Como bien nos explica su nieta Vilma, Hermógenes no contaba con ningún otro miembro de su familia en Cuba, pero en cambio su esposa, Eugenia,  sí que contaba allí con la gran mayoría de su familia, incluso su madre emigró junto a ella y su hermana Felicia, cuando ella decidió reunirse con Hermógenes tras su fuga (los descendientes "creen" que Hermógenes y Eugenia se casaron en Tenerife o en Venezuela, en cambio, la tradición oral nos dice que no se casaron antes de emigrar). La familia de Eugenia fueron los Castro Gil de Araya, que vivían en la zona de Areja, y de la que tan solo  quedó una hermana viviendo en el pueblo, el resto, cinco hermanos, emigraron todos a Cuba y se establecieron en aquel país. 

Sus descendientes, son muchas de las personas que desde el exterior están viviendo, con la publicación de nuestra Guía Genealógica, el “redescubrir” de un pasado familiar que les era completamente desconocido y que la emigración les había quitado.
Algunos de estos descendientes conocieron a su abuela María Gil Chico “ la loca de Areja”, pero …desconocían que ella hubiese sido una afamada cantadora, aquí en su tierra, antes de emigrar a Cuba. Y es ahora cuando sus descendientes  comienzan a entender porque entre ellos hay algunos que cuentan con cierta pericia para el verseo del canto campesino (punto cubano en Canarias).




Juan Cirilo Castro Gil junto a su esposa.


Pedro Silvestre Castro Gil  


Crispina Expedita Alemán Castro (95 años), hija de Felicia Castro Gil 


Las hermanas Aida, Carmen y Juana Castro Pernú